El Síndrome de Asperger (SA) es una condición neurobiológica congénita, es decir, se nace con ello, el cerebro de la persona con Asperger percibe e interpreta el mundo y sus relaciones de manera diferente, es por ello que interactúan con el mundo que los rodea de manera distinta. Esta manera diferente de percibir, les permite tener habilidades en ciertas áreas (a veces sobresalientes) y tener mucha dificultad en otras áreas.
Las relaciones sociales son su principal problema. Relacionarse suele ser algo intuitivo para la mayoría de las personas neurotípicas (es decir todas aquellas personas que no están dentro del espectro autista) a diferencia de la persona con Asperger que tiene muchas dificultades para relacionarse y compensa aprendiendo de manera racional, intelectual.
Asperger/Autismo alto funcionamiento/Trastorno del Espectro Autista
El diagnóstico de Síndrome de Asperger, es relativamente reciente, los primeros en describir a niños con estas características fueron Leo Kanner y Hans Asperger (1944). Es hasta 1994 que la Asociación Americana de Psiquiatría reconoce el Síndrome de Asperger (Asperger Disorder) como parte de los Trastornos Generalizados del Desarrollo, dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV 1994).
En el año 2013, la Asociación Americana de Psiquiatría, eliminó la clasificación de Síndrome de Asperger y lo incluyó como parte del Trastorno del Espectro Autista, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su versión V (DSM-V).
Según la clasificación de dicha Asociación, expresado en el DSM-V, el Trastorno del Espectro Autista incluye tres niveles de severidad, dependiendo de la necesidad de ayuda que requiera la persona, por lo que el Síndrome de Asperger corresponde al Trastorno del Espectro Autista (TEA) nivel 1.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11, mayo 2018) desaparece el Síndrome de Asperger y los Trastornos del Espectro Autista quedan incluidos dentro de los Trastornos del Neurodesarrollo. Por lo tanto, aún no se ha determinado si el autismo de alto funcionamiento difiere del SA y, si es así, de qué manera.
Tanto el SA como el autismo implican diferencias neurobiológicas en cómo se procesa e integra la información.